Coleccionismo

 
Estoy decidido a coleccionar momentos certeros.

Risas por un tubo;
pero un tubo industrial, tocho,
donde las carcajadas resuenen por kilómetros.
Recopilar esfuerzos de gloria y orgullo,
momentos de enfrentar la gravedad del pesimismo.

Quiero buscar complicidades,
encuentros silenciosos de pupilas con pupilas
y sonrisas suaves que sólo se ven
desde dentro de la boca.

Quiero combinar lo salvaje y sutil,
lanzar poemas y nalgadas en pleno éxtasis.
Acurrucar mi alma entre pechos generosos.

Salar mi piel
con días de playa y sol.
Vivir en compañía, compartir, comulgar,
abrazar cariñosamente mi soledad.
Prohibir la queja, enmarcar con muletillas
las palabras bonitas de decir.

Ser extravagantemente reservado
y festejar sin compasión
los triunfos propios y ajenos,
y hacer de los ajenos, propios.

Pelearme con los horarios,
mimarme en las fatigas,
desafiar el cansancio,
venirme arriba en las piscinas de serotonina.

Pienso coleccionar
cabezas disecadas de animales mitológicos:
la pena, el terrible oso gris de la depresión,
el ego, la derrota como principio,
el terrible monstruo bifásico
de echarte de menos y no pasar página.

Todos los momentos son actitud.
Pienso irme a la tumba como un faraón,
con todas mis riquezas:
el entusiasmo, la risa
y el amor omnipresente.

Fotografía Wing Shya
1feb24

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