Viento


 Pienso en nuestro amor
como un viento lejano que nunca morirá.

Recorre las orillas de los océanos,
los bosques y a veces huele a panela.

Es un viento que abriga aunque tenga días fríos,
acaricia el asfalto con suavidad
y  balancea las palmeras y las torres de París.

Un viento infinito que nunca volverá.
Carga con lágrimas de nubes tristes
y hace de las olas conservadoras
punkis de crestas fornidas.
Pienso en el viento
con el color moreno de tu piel de naranja.
Duerme en movimiento
y mira siempre con ojos de horizonte.
Viento que amplifica canciones
de locos bailando y conductores en domingo.
Viento risueño enredado en cables de Entel,
kilométrico y masivo,
eterno y excesivo a nuestros recuerdos.
Un amor de fe adolescente
y aire dolido y encarcelado.

Nuestro viento se disipa y riega
las ventanas de los que miran
más allá de los cristales.

Hace poco pasó por mi lado;
lo sé porque el puzzle de mi piel de gallina
se apaciguó en una plenitud
de abrir y cerrar de ojos verdes.

Nunca morirá ese acertijo,
y lo admito y ya no es mío,
es de la lejanía y la añoranza.
Es un regalo para todo el que respira
en este mundo de soledad y desafío.
Nunca morirá este viento emancipado.

Fotografía Reuben Wu
24oct23