hay tumulto de pasión,
agua hot que lubrica deseo y fisionomías torrenciales y cavernas sonrientes.
Tanta concreción desmiente
el soliloquio en tono de susurro
que brindaron las gaviotas escuálidas y fieras
que quisieron cierta vez
llegar a tocar el instante,
sublime aquel,
en el que un dolor,
por ósmosis
llega a formar parte
de la parte de acá del cielo.
En la concordancia se encuentra el regalo.
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