A ti, si me temes, protégete bien,
no cesaré de lamer tu corazón.
En estos contratos leoninos
perdemos yo y mi fijación de ti,
pues me voy blandiendo
a expensas de los embistes de tu marcar distancia.
Así es la cosa.
Algo de vida llevo ya
y sé, por resumir lo visto,
que no vale la pena no sufrir,
aunque insistas en medir con preocupada despreocupación.
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