Y esa impronta me persigue cuando lo hablo.
La soledad de la incomprensión
es puntillosa y arde.
Yo viví solo en un amor de vida,
entre multitudes de sonrisas.
Y fueron mis queridos
que minimizaron mis tristezas.
Ahí realmente escocía.
Como siempre, vuelve la autoprotección,
ahora sí el silencio adrede.
El dejar de compartir mis cicatrices
y llevar esa carga, cada vez más liviana,
en mis hombros de trabajo,
lucha y siempre brindar lo mejor de mi.
Aquí sello mi boca, mi vacío
y mi amor vencido.
Se viene pues mirar con buenos ojos,
temperar mis palabras,
esperar los ríos,
saberme bien.
Fotografía Louis Blanc
13ago24
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