Verte


Tengo ganas de verte,
o lo que es lo mismo:
me muero por verte.
Palabras que debo esconder
para no ser tildado de intenso.
Y al menos mendigar decir lo primero
en lugar de lo segundo.

Soy un adicto a desnudar mi alma así,
públicamente de tú a tú, lo admito.
Y eso me acarrea dobles y triples vidas,
cada una con sus pesos y medidas.

Sólo me gana ella
- en lo de desnudar el alma, digo,
no en esconderse, ella no se esconde-.
Las otras ellas no se desvisten a mis oídos tan fácilmente,
a veces, están yermas de desnudos.

Pero yo quisiera que todos fueran así.
Te quiero, ¡pum! te lo digo de mil formas.
No te quiero, ¡pum! te lo digo de muy pocas formas,
no vale la pena regodearse.

Pero ni lo uno ni lo otro.
Uno porque no nos hagan daño.
Otro porque no queremos hacer daño.
Y así andamos,
minimizando nuestros corazones,
cortando de armónicos nuestras voces,
muteando nuestros susurros. Qué desastre.

¡¿Y qué hacemos los intensos?!
Los exhibicionistas del corazón,
los embusteros del mañana,
los extremistas del presente.

Me muero por verte, nena,
me muero por verte.

Fotografía Jeju Loveland

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